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Céret, un encantador municipio de alrededor de 8 mil habitantes, se encuentra en el sur de Francia, en la región de Occitania, en el departamento de los Pirineos Orientales. Esta localidad, famosa por su historia, su cultura vibrante y sus paisajes naturales impresionantes, es uno de los destinos más atractivos para quienes buscan una combinación de arte, patrimonio y belleza natural. Céret forma parte de la subprefectura del departamento y está situada en la histórica región de Vallespir, que se extiende a lo largo del río Tech, desde su nacimiento hasta la propia localidad, un área rica en biodiversidad y patrimonio cultural. A solo unos minutos de la frontera con España, Céret también es conocida por su conexión transfronteriza, la cual ha influido en su arquitectura, gastronomía y tradiciones a lo largo de los siglos.
El municipio, enclavado en un pintoresco valle rodeado de montañas, goza de un clima mediterráneo templado con influencias oceánicas, lo que crea un ambiente agradable durante todo el año. Céret está drenada por el río Tech, que atraviesa la región, y otros pequeños arroyos como el Riucerda y la Vaillère, lo que ha permitido que la zona florezca en biodiversidad. Su entorno natural no solo es impresionante, sino que también ha sido cuidadosamente protegido, y una parte importante de la región ha sido incluida en la red de áreas protegidas Natura 2000 debido a su singularidad ecológica. Además, Céret alberga varias zonas de interés ecológico, faunístico y florístico, lo que la convierte en un destino ideal para los amantes de la naturaleza y el senderismo. Los paisajes que rodean el municipio ofrecen oportunidades para actividades al aire libre, como caminatas, paseos en bicicleta y observación de aves, permitiendo a los visitantes conectarse con la belleza natural de la región.
Céret no solo destaca por su entorno natural, sino también por su rico patrimonio histórico y arquitectónico. El municipio está construido en una pendiente suave de los Pirineos, lo que otorga a sus calles un carácter pintoresco y una estructura urbana que invita a ser explorada con calma. Hasta principios del siglo XX, el pueblo estaba delimitado por un remanente de murallas medievales, las cuales rodeaban la ciudad para protegerla de los posibles ataques. En el centro histórico de Céret se puede ver la iglesia de Saint-Pierre, que es una de las construcciones más emblemáticas de la localidad. Esta iglesia, que data de varios siglos atrás, es el principal atractivo arquitectónico de la ciudad, destacándose por su historia y su arquitectura. La iglesia fue construida sobre varios edificios previos, lo que da testimonio de la evolución de la arquitectura religiosa de la región. Entre los elementos más destacados de la iglesia se encuentran el portal de mármol gris, de gran valor histórico, con una inscripción que remonta su construcción al año 1398, y el "conjurador", un pequeño campanario que se abre en los cuatro puntos cardinales. Esta iglesia es un claro ejemplo de cómo Céret ha sido un lugar de encuentro de distintas influencias a lo largo de los siglos, con elementos de la arquitectura románica, gótica y barroca.
La ciudad ha evolucionado considerablemente a lo largo del tiempo. En el siglo XX, la expansión de Céret hacia el norte permitió que la ciudad creciera y se modernizara, transformando lo que antes eran fosos de murallas en amplias avenidas bordeadas de altos plataneros. Este desarrollo también ha permitido que Céret se conecte mejor con el río Tech y sus alrededores. Las calles de la ciudad, con sus características fachadas de piedra y sus plazas sombreadas, han preservado el encanto del pasado mientras adoptan un estilo más contemporáneo. Esto ha ayudado a Céret a mantener su identidad, mientras sigue ofreciendo todas las comodidades de una ciudad moderna.
Céret cuenta con una docena de monumentos religiosos, que son un testamento de la profunda devoción que ha caracterizado a la localidad a lo largo de los siglos. Además de la iglesia de Saint-Pierre, la ciudad alberga el convento de los Capuchinos, un sitio de gran relevancia histórica. Fundado en 1581, el convento fue el lugar donde se llevaron a cabo las negociaciones y acuerdos que resultaron en el Tratado de los Pirineos de 1659, un evento clave en la historia de la región que marcó la definición de la frontera entre Francia y España. El convento, que hoy en día está en ruinas, todavía conserva su capilla y su campanario, y ofrece una impresionante vista panorámica de la ciudad y el paisaje circundante. Este convento, que estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XIX, se ha convertido en un lugar de inspiración para muchos artistas y fotógrafos, gracias a su ubicación privilegiada y su carga histórica.
Por otro lado, el ermitage Saint-Ferréol, situado al norte de Céret, es otro de los lugares más visitados por los peregrinos. Este ermitaño sitio, que se convierte en lugar de culto el 18 de septiembre de cada año, ofrece una vista increíble sobre la llanura del Tech y los montes de Albères. Los visitantes que se aventuren en el sendero que lleva al eremitorio se verán recompensados con vistas de una belleza incomparable, mientras experimentan la espiritualidad y la serenidad de este lugar único. Además, la ermita Saint-Georges del Pla del Carner, una pequeña capilla en ruinas ubicada en las llanuras al este de la ciudad, añade un toque de misterio y antigüedad a la oferta religiosa de la ciudad. Las capillas de Sainte-Marguerite, Saint-Augustin y Notre-Dame-des-Anges también forman parte de esta rica herencia religiosa, y todas ellas constituyen una parte esencial del recorrido espiritual que ofrece Céret a sus visitantes.
El ambiente artístico de Céret es otro de sus grandes atractivos. A principios del siglo XX, la ciudad se convirtió en un refugio para algunos de los artistas más influyentes de la época, como Pablo Picasso, Georges Braque y Max Jacob. Céret se sumergió en el ambiente del cubismo y otros movimientos artísticos de vanguardia, lo que dejó una huella perdurable en la ciudad. Hoy en día, los visitantes pueden disfrutar de una rica herencia artística en la ciudad, con monumentos y lugares que celebran la historia del arte. La Place Picasso, ubicada en el corazón de Céret, es un homenaje al pintor, con una estatua que recuerda su paso por la ciudad y su influencia en la cultura local. El Musée d'Art Moderne de Céret alberga una impresionante colección de obras de Picasso, Braque y otros artistas que se sintieron atraídos por la belleza de la ciudad. Además, el Grand Café, donde los artistas solían reunirse para discutir sus trabajos y compartir ideas, es un lugar donde los visitantes pueden sumergirse en la atmósfera artística que definió a la ciudad.
Céret ofrece una variedad de encantadoras calles y plazas que invitan a ser exploradas. El boulevard Lafayette, lleno de árboles que proporcionan sombra, y la rue Danton, con sus tiendas locales y cafés, son perfectos para dar un paseo relajado. La rue du Commerce es el lugar ideal para descubrir productos locales y artesanías típicas, mientras que la place Picasso es un animado centro de la vida social en la ciudad, con bares, restaurantes y tiendas que conservan el espíritu artístico que definió a la localidad. Aquí, los turistas pueden disfrutar de la rica gastronomía local y participar en el vibrante día a día de la ciudad.
La gastronomía de Céret es un reflejo de su entorno natural y su historia cultural. Los platos típicos de la región combinan sabores mediterráneos con influencias catalanas y francesas, creando una oferta culinaria única. Uno de los productos más emblemáticos de la ciudad es la cerise de Céret, una variedad de cereza que se cultiva en la región y que se utiliza en una gran cantidad de recetas, desde postres hasta platos salados. Además, los restaurantes locales sirven platos tradicionales catalanes, como el escalivada (verduras asadas), el cassoulet (guiso de frijoles y carne) y el suquet de peix (sopa de pescado). Los mercados locales también ofrecen una variedad de productos frescos y artesanales, lo que hace que Céret sea un destino ideal para los gourmets y los amantes de la comida local.
Céret es un destino fascinante que ofrece a los viajeros una experiencia completa. Desde su patrimonio natural protegido hasta su legado artístico y cultural, la ciudad invita a sumergirse en una rica historia mientras se disfruta de sus paisajes y su ambiente relajado. Ya sea que te atraigan sus monumentos religiosos, su ambiente artístico o sus tradiciones culinarias, Céret es el lugar perfecto para vivir una experiencia auténtica en el corazón de los Pirineos Orientales.